Y así de repente, sin pensarnoslo dos veces nos encontramos sentados en el mismo sitio de siempre, ella con su mixta( para no perder la costumbre) y yo con mi cerveza(dandole a entender que eso si es beber, y no ese amago de birra con sabor a limón y, como siempre, ella no me da la razón). Hablando y hablando se nos fue pasando la tarde, y sin darnos cuenta estabamos en la calle bajo una enorme luna llena, agarrados como otras tantas noches lo habíamos estado. Que extraña sensación me invadió al tenerla a ella bajo mi abrazo, y justamente a ella, con su altura perfecta, sus piernas ni delgadas ni gordas, ni duras como ladrillos ni blandas como gelatina. Ella con sus ojos que no dicen todo lo que saben pero que cuentan lo que yo quiero saber: que esta noche vuelve a ser mía. Nuestra historia acabo ese dia de verano... el ultimo día antes de que ella volviera a su maravillosa isla, y yo tuviera que volver a mi casa para seguir con mi ultimo curso.Ese día de la despedida, lleno de promesas de amor eterno, que ambos sabiamos no funcionaría, pero que aún así no pudimos dejar de ilusionarnos con la idea de que fuera real. Y así pasaron los meses despues de esa despedida, meses de llamadas diarias, de promesas de viajes, de sexo soñado,... Así pasó hasta que el dolor fue demasiado grande. No es posible amar y no darse cuenta del sufrimiento del ser amado. Ella, tan dulce y salvaje a la vez, con ese aire de independiente que escondía a una niña asustada; ella lloraba cada noche cuando nos deseabamos dulces sueños antes de colgar... y aunque siempre hice como que no me daba cuenta no podía evitar sentirme culpable... Ella sufría por mi, por no tenerme a su lado, y eso solo me hacia amarla más. Pero, no podía verla sufrir, día a día veía como esa alegría tan suya se debilitaba, ya no salía ni se divertia como antes... Poco a poco yo la estaba perdiendo y ella se estaba perdiendo a si misma... Deje de llamarla, y de cojerle el telefono, un mes me costo que dejara de intentar saber de mi, fue el primero de los meses más duros de mi vida, quise que ella fuera de nuevo esa niña alegre, al menos hasta que pudieramos estar juntos de verdad. Unos meses despues me entere de que ella volvia a salir con sus amigos, pero segun me dijeron no se la veía bien, de vez en cuando se le notaba la mirada triste, aunque como bien sabia hacerlo, rapidamente la ocultaba hasta que nadie pudiera notar nada. Pero bueno, en resumen así acabó nuestra historia, o al menos eso pensaba ella... yo tenía claro que volvería a su vida, pero solamente cuando no tuvieramos que pasar un solo día separados. De esta forma me las apañé y conseguí un trabajo en su isla, quería sorprenderla y vamos que si lo he hecho. Hoy aparecí en su gimnasio cuando ella salía, estaba recién duchada, con su mente en algún punto lejano, y con la mirada cargada de melancolía, no lo se con seguridad, pero podría apostar a que adivino la canción que escuchaba, bueno total, que fui detras de ella y cuando estaba a punto de llegar su autobus le di unos toques en el brazo... Se volvió y ahora si que no tuvo forma de ocultarme nada en esos preciosos ojos marrones, alegría y amor se arremolinaron en ellos, mientras una pequeña lágrima rodaba ya por su mejilla y su mochila de deporte caía al suelo a la vez que sus brazos se aferraban a mi cuello. Fue el abrazo más hermoso que pude recibir jamás... y seguramente el más esperado también. Y ahora la tengo bajo mis brazos otra vez, ella aún no sabe nada, pero en mi bolsillo haya un anillo, y tengo seguro que quiero que ella sea la unica mujer de mi vida.
- ¡Eh! ¡Que estoy aqui! Deja de pensar en esa rubia que pasa y mirame a mi jolines.- Ella y sus salidas de tono tan comicas y tan intensionadas, la adoro aún más cuando veo esa sonrisa pícara en su boca.
Llegó el momento ¡deseadme suerte!
- ¡Eh! ¡Que estoy aqui! Deja de pensar en esa rubia que pasa y mirame a mi jolines.- Ella y sus salidas de tono tan comicas y tan intensionadas, la adoro aún más cuando veo esa sonrisa pícara en su boca.
Llegó el momento ¡deseadme suerte!
